El libro de obras prohibidas del Vaticano
El
mundo de la literatura ha cambiado, la facilidad con la que se adquiere un
libro en estos tiempos está al alcance de un clic. Las compras por internet
han, incluso, evitado la caminata hacia la librería y la búsqueda de aquél
ejemplar que deseamos adquirir.
Hoy
suena de lo más lógico, pero retrocedamos en el tiempo, entre el siglo VIII y
XII, un pequeño grupo de monjes católicos se congregaron con la intención de
copiar manualmente los pocos libros que había en la época. Antes de la
imprenta, era la única manera de reproducción en cuanto a manuscritos se
refiere.
Gracias
a ellos, la iglesia católica se hizo de una biblioteca inmensa y pudo esparcir
el conocimiento, al menos, el que la misma autoridad eclesiástica permitía. En
el siglo XV, con la llegada de la imprenta, los costos y el tiempo de
producción bajaron considerablemente. Ahora ya era posible aspirar a tener una
biblioteca personal y con esto, los pensadores tenían la posibilidad de llegar
a un grueso más amplio de la población. El conocimiento había dejado de
concentrarse en los clérigos y cada vez más personas se sentían con la
obligación de aprender a leer.
No
tardó mucho para que la iglesia detectara una posible amenaza en la
proliferación de lectores y en 1559 es creado el Indice de libros prohibidos, el cual detallaba, en una lista, las
obras que estaban estrictamente prohibidas para los feligreses, obras que
contradecían o que ponían en duda la filosofía de la fe católica y que
invitaban a desarrollar un pensamiento crítico.
La
censura abarcaba desde autores, obras anónimas, capítulos e incluso líneas:
pero éstas últimas, eran comúnmente cambiadas o censuradas por la biblioteca de
la misma iglesia, aunque si tú como escritor estabas dispuesto a salir de
aquella lista, eras invitado a cambiar los pasajes que la congregación
encargada de esto consideraba impropios.
Desde
su primera edición, el Index librorum
prohibitorum pasó por varias manos que agregaron y quitaron nuevas obras o
autores, aunque era el papa en turno el que tenía la última palabra. Sólo él
decidía si debían estar o no las obras que se le entregaban, o si se debían
agregar más, antes de volverlo oficial. En estos tiempos puede sonar absurdo
que la iglesia intente censurar obras literarias, además, en el peor de los
casos y suponiendo que la religión católica tuviera el poder para destruir
todos los ejemplares que ponen en peligro su filosofía, aún tendría que
enfrentarse a un poderoso monstruo de la información: Internet.
Aunque
no lo creas y todo esto te suene a un hecho que tuvo lugar hacer tantos siglos,
debes saber que probablemente tus padres y abuelos, si son fieles de la fe
católica, conocen la existencia de este libro, pues no fue sino hasta el papado
de Pablo VI en 1966, que el Index
librorum prohibitorum fue abandonado
En
la historia del Indice de libros
prohibidos muchas plumas fueron presas de la censura: toda la obra del
médico, escritor y humanista francés François Rabelais; los cuentos y novelas
del fabulista Jean La Fontaine; René Descartes, Montesquieu e incluso
Copérnico.
Pero
no fue sino hasta 1948, en su trigésima segunda edición, que el libro del
Vaticano alcanzó un número exagerado de obras prohibidas. El Index encerraba en sus páginas alrededor
de 4 000 títulos por diversos motivos: inmoralidad, sexo explícito,
contradicciones en la política de la iglesia y herejía eran los más populares.
Esta nueva edición tenía en sus filas a los novelistas Zola, Balzac, el Marqués
de Sade y Víctor Hugo, que seguramente conocerás por su obra Los miserables.
En
su última etapa, este libro de la censura enlistó a nuevos pensadores como
David Hume, Beccaria, Kant, Jean Paul Sartre, entre otros. Si te preguntas ¿por
qué no aparece Schopenhauer, Marx o Nietzsche? Es porque simplemente, estos
autores estaban prohibidos ipso facto
por su obvia hostilidad hacia la religión católica.
La
desobediencia a este texto era castigada en un principio con la tortura, aunque
con el tiempo esto cambió a sólo recibir el castigo de excomulgación. A pesar
de que el índice hoy ya no es oficial, aún hay una lista de reglas a seguir para
la difusión y escritura de textos dentro de la iglesia, pero las consecuencias
dejaron de ser tan severas.
No
hay duda de que esto es un tema muy interesante sobre la historia de la literatura
que puede generar varias preguntas ¿A qué libros le habrá temido más el
Vaticano y por qué? ¿Qué habrá hecho con todos ellos? Tal vez haya algunos que
no figuraron en las listas y que por su contradicción con la iglesia, pasaron a
ser decomisados inmediatamente ¿De ahí vendrá el mito de la biblioteca secreta
del Vaticano que dice guardar los escritos perdidos más importantes de la
historia de la humanidad? Sea cual sea tu conclusión, me gustaría leerla en la
caja de comentarios.
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